lunes, 14 de abril de 2008

Mandar mal

“-¡Qué animales son estos animales!”.

“-Pero estos hombres son más brutos que nosotros!”.

Yo supe tener una yegua que hablaba –naturalmente, como todo animal de fábula- y hablaba con las orejas.

Una vez la Chuncha tuvo que haberme matado y no me mató por pura consideración. La llevé a beber en el Río Grande de Salta –llamado también Arias y Santa María-, jornada y media de Cafayate, y era una temeridad, como supe luego. La obligué a entrar; y es que el animal caballar es sonso para el peligro; es demasiado obediente, no es como el mular, desconfiado. Era febrero, el agua venía como ariete y la arena floja. Para mejor, ese agua no sirve para abrevar, por el salitre. No me fijé que hundía en la arena cada vez más los vasos; y cuando noté que temblaba y resoplaba creí la mareaba la velocidad del agua, que yo mismo tenía que mirar lejos. “Bebé, animal imbécil”. Cabeceó con furia. Entonces la dejé salir. Pisó un lugar de ciénaga, hundió toda la mano, se debatió para sacarla, y hundió la zurda; y entonces se tiró de lado, pero con todo cuidado a fin de no hacerme un Sargento Cabral. Gracias a eso saqué de abajo la pierna y el pie con tiempo; que si me lo agarra entre su cuerpo y una piedra, lo hace salame.

Le pegué una paliza al salir –pues con la ira me parecía entonces que era toda la culpa de ella- diciendo:

“¡Qué animales estos animales!”. La yegua contestó con las orejas la respuesta que puse arriba.

Hicimos las paces al rato; y entonces yo, con serena intención de instruirla, le empecé a decir los siguientes versos;

El que está sujeto a otro

nunca tuvo suerte blanda,

pero su soberbia agranda

el rigor de que padece.

Obedezca el que obedece

Y será bueno el que manda.

Con gran sorpresa mía, que no la sabía poeta, la Chuncha volvió la cabeza, y contestó de contrapunto esta estrofa:

Mande bien el que está arriba

si de Dios quiere hacer caso,

si de Dios es como el brazo

no haga a Dios aborrecible,

pues si manda lo imposible,

reventó la yegua el lazo.

Texto aportado por Abracurcix

Extraído de CAMPERAS de Leonardo Castellani